En octubre de
2013, la Agencia Internacional para la Investigación en Cancer (IARC, por sus
siglas en inglés), dependiente de la Oragnización Mundial de la Salud, emitió
la nota de prensa n. 221 donde se decía The specialized cancer agency of the World
Health Organization, the International Agency for Research on Cancer (IARC),
announced today that it has classified outdoor air pollution as carcinogenic to
humans (Group 1). En castellano: [La
IARC] ha anunciado hoy que ha clasificado la polución atmosférica exterior como
carcinógena en humanos (Grupo 1). La nota de prensa completa puede
obtenerse fácilmente buscando en el Google por su título, que es: IARC. Outdoor air pollution
a leading environmental cause of cancer deaths.
La clasificación
indicada viene fundamentada por un extenso informe denominado Air Pollution and Cancer. IARC Scientific
Publication no 161, del mismo año 2013. Este informe puede comprarse u
obtenerse gratuitamente en formato e-pub en el sitio http://www.iarc.fr/en/publications/books/sp161/.
El formato e-pub es un fastidio (para que nos vamos a engañar) pero permite acceder
a datos muy precisos.
La falta de eco
mediático que, en su día, tuvo esta nota podría ser atribuible en parte a que
venía a ser una mera confirmación por parte de la OMS de algo que ya se sabía
de hacía años. Por otro lado, parece que es más “fashion” hablar de la
contaminación atmosférica en el contexto del cambio climático.
Pero, vayamos por
partes.
La IARC clasifica
el riesgo de cáncer de acuerdo a 5 grupos de riesgo, de acuerdo con las
evidencias científicas disponibles (ver http://www.iarc.fr/):
Grupo 1: Carcinógeno en humanos (108)
Grupo 2A: Probablemente carcinógeno en humanos (63)
Grupo 2B: Posiblemente carcinógeno en humanos (248)
Grupo 3: No clasificable por su carcinogenicidad en humanos (515)
Grupo 4: Probablemente no carcinógeno en humanos (1)
Entre paréntesis
se indica en número de sustancias clasificadas en abril de 2009 en cada grupo.
Es de destacar que el número de sustancias (o, para ser más exacto, de
circunstancias nocivas) en que se ha demostrado potencial carcinógeno en
humanos es una tercera parte del número agrupado de los grupos 2A y 2B,
consideradas “sospechosas” en mayor o menor grado de carcinogenicidad (grupo 2A
y grupo 2B, respectivamente). Si a esto añadimos que en más de 500 sustancias,
los datos no permiten una correcta clasificación, se puede deducir que la clasificación
en el grupo 1 se hace con bases científicas muy sólidas.
Lo primero que
cabe destacar de la nota es que se refiere a la polución atmosférica en el
exterior (outdoor air pollution). No
se incluyen los ambientes altamente contaminados con sustancias específicas que
pueden darse en entornos industriales, por lo que la clasificación afecta al
aire contaminado que respira la población general.
La nota de prensa
n. 221 indica que hay suficiente evidencia de que la polución atmosférica causa
cáncer de pulmón y de que hay una asociación positiva con un incremento de
cáncer de vejiga urinaria (la “asociación positiva” indica que, como mínimo, la
polución atmosférica incrementa el riesgo de padecer cáncer de vejiga). Añade
que el material particulado en suspensión, que constituye el componente
principal de la polución atmosférica, ya ha sido clasificado previamente en el
grupo 1 (carcinógeno en humanos). De ahí que antes se comentara el carácter de
confirmación del riesgo de cáncer asociado a la polución atmosférica. Además se
admite que la polución atmosférica incrementa el riesgo de un amplio rango de
enfermedades tanto cardiovasculares como respiratorias. De los datos estudiados
correspondientes a 2010 se estima que 223,000 personas murieron de cáncer de
pulmón en el mundo, atribuible a la polución atmosférica. Podemos deducir que
cinco años más tarde (a dia de hoy) el número de muertes será muy superior,
habida cuenta que la polución atmosférica, sobre todo en los países asiáticos,
está creciendo a un ritmo exponencial.
K. Straif, uno de
los directores de la IARC, vierte en la nota dos importantes afirmaciones que vale
la pena resaltar:
-El aire que respiramos está
contaminado con una mezcla de sustancias cancerígenas. Aunque se atribuye a
las partículas en suspensión un papel central en el desarrollo de cáncer de
pulmón, éste no es el único factor. Más adelante, en la nota se afirma que la
polución atmosférica también contiene otros elementos carcinógenos como los
gases derivados de motores diésel y disolventes (benceno, principalmente).
En el informe 161, se menciona que los gases derivados de la combustión de
carbón y otros combustibles fósiles en la calefacción de las casas, así como
los gases derivados de la fritura de los alimentos contienen igualmente sustancias
cancerígenas. Estos materiales van a incrementar la polución atmosférica
exterior y, además, son un importante factor de riesgo en los propios hogares.
-Sabemos que la polución atmosférica
exterior no es sólo un riesgo para la salud en general, es además una causa de
mortalidad por cáncer. Se puede decir más alto pero no más claro. El riesgo
es más alto cuanto más alta sea la exposición a contaminantes atmosféricos. El
mensaje es que no hace falta repartir las culpas entre los diferentes contaminantes:
la propia contaminación es el riesgo.
Por su parte, D.
Loomis, también de la IARC, dice que “nuestra
labor fue evaluar el aire que cada uno de nosotros respiramos, más que
focalizarnos en contaminantes específicos”. La afirmación es muy relevante,
porque establece que la evaluación del riesgo de la contaminación atmosférica
debe realizarse considerando el cóctel de contaminantes conjuntamente, en cada
contexto o localización geográfica. Se admite, por tanto, implícitamente, que
no basta con analizar los contaminantes atmosféricos y luego “sumar” los
riesgos individuales. Esta estrategia ignoraría los efectos multiplicativos (no
aditivos) de las diferentes combinaciones de sustancias. Se han publicado
diferentes modelos que intentan estimar el riesgo toxicológico de una
combinación de sustancias en base a los datos de cada elemento en particular,
pero, a fin de cuentas, lo que respiramos depende tanto de nuestros hábitos
individuales (no olvidemos el tabaquismo y los gases de la cocción de
alimentos) como de nuestra ubicación geográfica.
Finalmente, la
nota de prensa admite que algunos contaminantes son de origen natural
(erupciones volcánicas, incendios, etc.).
La cuestión fundamental es ¿Qué podemos hacer
para disminuir la polución atmosférica de origen antropogénico? Y como la
respuesta no es nada sencilla, además de incómoda, pues tendemos a no
plantearla. En el documento Q&As on
outdoor air pollution and cancer (preguntas y respuestas sobre la
contaminación atmosférica y cáncer), que acompaña a la nota de prensa no 221, se
indica que las principales fuentes de contaminación atmosférica son los gases
de escape de los vehículos, especialmente de los motores diesel, las plantas
generadoras de energía que utilizan combustibles fósiles y los sistemas domésticos
de calefacción y cocción que utilizan madera, carbón o combustibles no refinados
(como curiosidad, decir que la gasolina ha reducido sustancialmente su
peligrosidad al eliminarse la mayor parte del plomo en su composición). De todo
esto se deduce que para que exista realmente una disminución global de la
contaminación atmosférica ha de haber un cambio drástico en el estilo de vida
occidental (incluyendo a los países del este, que nos están alcanzando). En
nuestro ámbito resulta francamente difícil concebir un estilo de vida en que no
quepa la utilización de combustibles fósiles. La utilización de vehículos
eléctricos sólo desplazará las fuentes de contaminación hasta las centrales
térmicas correspondientes. Por otro lado, algunos vehículos simplemente no
pueden existir sin quemar combustibles fósiles; los aviones, por ejemplo.
Tal como van las
cosas y examinando la historia de la humanidad, quizá tendremos que convivir
con el riesgo de la polución atmosférica mientras nos queden combustibles
fósiles por quemar. No obstante, para terminar siquiera con una leve nota de
esperanza, se puede impedir la emisión de materiales particulados mediante la
aplicación obligatoria de filtros adecuados. También se pueden reducir
sustancialmente otros contaminantes utilizando combustibles y métodos de
combustión que minimicen los residuos.
Lo que no
contribuye para nada a mejorar las cosas es poner trabas a la autosuficiencia
energética mediante impuestos que sólo benefician a las grandes compañías
suministradoras de energía (si no lo digo, reviento).
(Agradezco a Alejandro
Heredia Borda el haberme incitado a escribir este post)
2 comentaris:
SIncerament jo crec que estem envoltats de substàncies que son cancerígenes. Fins i tot es podira dir que quan estem posant benzina i respirem els vapors que surten del dipòsit són cancerígens. El tema és la quantitat i el temps d'exposició. Cancerígen o no, no crec que sigui molt saludable respirar cada dia en una ciutat on hi ha un nuvol gris de contaminació que no deixa passar ni el sol.
Totalment d'acord. Gràcies per comentar.
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