El glifosato
(N-fosfonometilglicina, C3H8NO5P, CAS 1071-83-6) es un herbicida no selectivo
de amplio espectro, desarrollado para eliminación de hierbas y de arbustos, en
especial los perennes. Es un herbicida total. Es absorbido por las hojas y no
por las raíces. El glifosato es el principio activo del herbicida Roundup
(nombre comercial producido por Monsanto, cuya patente expiró en 2000).
Monsanto patentó en algunos países el evento "40-3-2" en la soja
transgénica, el cual confiere resistencia al glifosato. Aunque existen
actualmente muchos otros tipos de cultivo resistentes al glifosato como maíz,
algodón, canola, etc. (Wikipedia: “Glifosato”, marzo 2015). La resistencia al
glifosato en las plantas mencionadas permite aplicarlo a los cultivos para la
eliminación de hierbas no deseadas, sin riesgo de perjudicar los cultivos
principales. El problema con los transgénicos no es (como muchos creen) la
modificación genética en sí, sino el riesgo de contener glifosato debido
precisamente a la resistencia a este herbicida. Pero eso es otra historia…
En esta entrada
voy a comentar un informe recientemente emitido por la Agencia Internacional
para la Investigación en Cancer (IARC, por sus siglas en inglés), dependiente
de la Organización Mundial de la Salud. El informe puede obtenerse de la
editorial The Lancet por medio de la web de la IARC (http://www.iarc.fr/). Se puede obtener gratuitamente
por cualquiera, aunque hace falta registrarse.
Últimamente han
aparecido muchos comentarios, tanto en prensa como en redes sociales, a favor o
en contra de dicho informe. Unos ponen el grito en el cielo, confundiendo
peligro con riesgo y otros dicen que el informe es poco menos que falso. Una
información bien redactada y veraz se puede encontrar en El Periódico (http://www.elperiodico.com/es/noticias/medio-ambiente/batalla-del-glifosato-herbicida-4047501).
El glifosato como
herbicida ha sido muy bien estudiado en lo que se refiere a sus efectos
adversos y se conoce desde hace mucho tiempo que es dañino para el material genético
y que produce cáncer en animales (que reciben grandes dosis de glifosato todos
los días de su vida). Una búsqueda en el portal científico PubMed (público i
gratuito) por las palabras “gliphosate” y “toxicity” devolvió nada menos que
567 artículos. No obstante, los efectos carcinógenos en humanos son difíciles
de determinar en el glifosato, como en muchísimos más pesticidas, porque (por
razones obvias) no se puede experimentar en personas y porque los datos
epidemiológicos pueden ser contradictorios o sesgados. En cualquier caso, como
dijo Paracelso, "la dosis hace al veneno". Los límites permitidos de glifosato
como contaminante en alimentos son extremadamente pequeños en comparación con
las dosis a las que se ha demostrado carcinogenicidad en animales. La OMS fijó
la cantidad máxima diaria (ADI, por sus siglas en inglés) de glifosato en 0.3 mg/kg de peso corporal
(FAO/WHO, 2004). El riesgo del glifosato como contaminante es despreciable a
estas dosis. No hay que confundir peligro con riesgo: una serpiente de cascabel
es ciertamente peligrosa, pero detrás de una ventana de cristal el riesgo es
mínimo. Pero el glifosato no es el único contaminante en alimentos...más abajo
ampliaremos esta idea.
Del otro lado, entre
los que critican a la IARC por alarmista, se encuentra precisamente Monsanto
(ver http://www.heraldo.es/noticias/internacional/2015/03/25/monsanto_rechaza_calificacion_del_glifosato_como_cancerigeno_por_iarc_347644_306.html).
Si la información del diario El Heraldo
es correcta, el portavoz de Monsanto miente claramente cuando dice que "no
hay certezas científicas que confirmen que esos productos puedan causar
cáncer". Estas certezas están expuestas precisamente en el informe de la
IARC, citando los estudios correspondientes. Siempre según este periódico,
Montsanto dice que lo considera demostrado "por diversos estudios sobre la
salud de los agricultores, el colectivo más expuesto" a ellos. Pero no se
citan estos estudios, cosa que sí hace la IARC. Como dijo Carl Sagan, la
ausencia de la prueba no es la prueba de la ausencia. El riesgo cero sólo se da
en ausencia total de exposición al peligro, así que la inocuidad total de un
determinado producto químico es intrínsecamente indemostrable. Lo que si
podemos determinar es un riesgo aceptable, y precisamente el núcleo del debate
es si el riesgo es aceptable o no.
Pero el informe
de la IARC no se queda en el glifosato. También incluye el malatión, un insecticida
ampliamente utilizado y contaminante habitual de productos agrarios. El informe
IARC clasifica el malation exactamente igual que el glifosato (probablemente
carcinógeno en humanos) y resulta chocante que no haya causado tanta polémica.
¿Será porque no afecta a Monsanto?. El límite de ingesta máxima diaria (ADI) del malathion es
de 0.03 mg/kg de peso corporal. Que el límite sea 10 veces inferior al glifosate
indica que es 10 veces más tóxico (en términos generales). Resulta que en
informe IARC se cita una limitada evidencia de inducción de linfomas en humanos
tanto para el glifosato como para el malathion. Teniendo en cuenta que en un
determinado producto agrario pueden encontrarse simultáneamente glifosato y
malathion la dosis límite conjunta para la inducción de linfomas en humanos es
de 0.3 + 0.03 = 0.33 mg/kg. Como para un determinado efecto (linfoma), los
riesgo se suman porque no son autoexcluyentes, el ADI del glifosato podría ser
0.3 mg/kg siempre y cuando que no se detectara cantidad alguna de malathion. Y
al revés, el ADI para el malathion debe ser de 0.03 mg/kg siempre que el
glifosato no supere un ADI de 0.27 mg/kg.
Este último
razonamiento pone sobre de manifiesto el objetivo principal de esta entrada:
Los contaminantes alimentarios suponen un còctel de sustancias ajenas al
organismo y debe ser considerado el riesgo conjunto para cada determinado
efecto adverso. No son nuevos los estudos sobre os efectos conjuntos de
determinados pesticidas. De hecho, la Agencia de Protección Medioambiental de
los USA (US EPA, por sus siglas en inglés) ha sido pionera en este tipo de
estuios, que se remontan a los años 70. No obstante, el interés por el llamado
efecto cóctel no ha crecido en la misma proporción a la liberación al medio de
nuevas sustancias químicas. La complejidad indiscutible del tema no debe ser un
impedimento para este tipo de investigaciones; aunque me temo que no son nada
bienvenidas por las grandes corporaciones químicas.
Representantes
tanto de la estadounidense Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus
siglas en inglés) y la Agencia de Regulación Alimentaria Europea (JEFCA, por
sus siglas en inglés) insisten en que los alimentos son seguros si se cumplen
con los valores límite establecidos (los ADI antes mencionados), pero se
encojen de hombros cuando se les pregunta por los efectos aditivos de algunos
pesticidas (por ejemplo glifosato y malathion) o por el efecto combinado de
todos ellos.
Digámoslo
claramente. El riesgo no está en los contaminantes ni aditivos alimentarios
considerados individualmente. El problema son las combinaciones entre ellos.
Derrochar ríos de tinta para desacreditar algunas sustancias (el aspartamo, por
poner un ejemplo) sólo sirve para desviar la atención del verdadero problema:
el efecto cóctel.
Referencias:
Pesticide
residues in food – 2004. Joint FAO/WHO Meeting on Pesticide Residues
European
Commission Health & Consumers Directorate-General. Review report for the
active substance malathion. 2010.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada