divendres, 27 de març del 2015

El glifosato (y otras hierbas)


El glifosato (N-fosfonometilglicina, C3H8NO5P, CAS 1071-83-6) es un herbicida no selectivo de amplio espectro, desarrollado para eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes. Es un herbicida total. Es absorbido por las hojas y no por las raíces. El glifosato es el principio activo del herbicida Roundup (nombre comercial producido por Monsanto, cuya patente expiró en 2000). Monsanto patentó en algunos países el evento "40-3-2" en la soja transgénica, el cual confiere resistencia al glifosato. Aunque existen actualmente muchos otros tipos de cultivo resistentes al glifosato como maíz, algodón, canola, etc. (Wikipedia: “Glifosato”, marzo 2015). La resistencia al glifosato en las plantas mencionadas permite aplicarlo a los cultivos para la eliminación de hierbas no deseadas, sin riesgo de perjudicar los cultivos principales. El problema con los transgénicos no es (como muchos creen) la modificación genética en sí, sino el riesgo de contener glifosato debido precisamente a la resistencia a este herbicida. Pero eso es otra historia…

En esta entrada voy a comentar un informe recientemente emitido por la Agencia Internacional para la Investigación en Cancer (IARC, por sus siglas en inglés), dependiente de la Organización Mundial de la Salud. El informe puede obtenerse de la editorial The Lancet por medio de la web de la IARC (http://www.iarc.fr/). Se puede obtener gratuitamente por cualquiera, aunque hace falta registrarse.

Últimamente han aparecido muchos comentarios, tanto en prensa como en redes sociales, a favor o en contra de dicho informe. Unos ponen el grito en el cielo, confundiendo peligro con riesgo y otros dicen que el informe es poco menos que falso. Una información bien redactada y veraz se puede encontrar en El Periódico (http://www.elperiodico.com/es/noticias/medio-ambiente/batalla-del-glifosato-herbicida-4047501).

El glifosato como herbicida ha sido muy bien estudiado en lo que se refiere a sus efectos adversos y se conoce desde hace mucho tiempo que es dañino para el material genético y que produce cáncer en animales (que reciben grandes dosis de glifosato todos los días de su vida). Una búsqueda en el portal científico PubMed (público i gratuito) por las palabras “gliphosate” y “toxicity” devolvió nada menos que 567 artículos. No obstante, los efectos carcinógenos en humanos son difíciles de determinar en el glifosato, como en muchísimos más pesticidas, porque (por razones obvias) no se puede experimentar en personas y porque los datos epidemiológicos pueden ser contradictorios o sesgados. En cualquier caso, como dijo Paracelso, "la dosis hace al veneno". Los límites permitidos de glifosato como contaminante en alimentos son extremadamente pequeños en comparación con las dosis a las que se ha demostrado carcinogenicidad en animales. La OMS fijó la cantidad máxima diaria (ADI, por sus siglas en inglés)  de glifosato en 0.3 mg/kg de peso corporal (FAO/WHO, 2004). El riesgo del glifosato como contaminante es despreciable a estas dosis. No hay que confundir peligro con riesgo: una serpiente de cascabel es ciertamente peligrosa, pero detrás de una ventana de cristal el riesgo es mínimo. Pero el glifosato no es el único contaminante en alimentos...más abajo ampliaremos esta idea.

Del otro lado, entre los que critican a la IARC por alarmista, se encuentra precisamente Monsanto (ver http://www.heraldo.es/noticias/internacional/2015/03/25/monsanto_rechaza_calificacion_del_glifosato_como_cancerigeno_por_iarc_347644_306.html).

Si la información del diario El Heraldo es correcta, el portavoz de Monsanto miente claramente cuando dice que "no hay certezas científicas que confirmen que esos productos puedan causar cáncer". Estas certezas están expuestas precisamente en el informe de la IARC, citando los estudios correspondientes. Siempre según este periódico, Montsanto dice que lo considera demostrado "por diversos estudios sobre la salud de los agricultores, el colectivo más expuesto" a ellos. Pero no se citan estos estudios, cosa que sí hace la IARC. Como dijo Carl Sagan, la ausencia de la prueba no es la prueba de la ausencia. El riesgo cero sólo se da en ausencia total de exposición al peligro, así que la inocuidad total de un determinado producto químico es intrínsecamente indemostrable. Lo que si podemos determinar es un riesgo aceptable, y precisamente el núcleo del debate es si el riesgo es aceptable o no.

Pero el informe de la IARC no se queda en el glifosato. También incluye el malatión, un insecticida ampliamente utilizado y contaminante habitual de productos agrarios. El informe IARC clasifica el malation exactamente igual que el glifosato (probablemente carcinógeno en humanos) y resulta chocante que no haya causado tanta polémica. ¿Será porque no afecta a Monsanto?. El límite de ingesta máxima diaria (ADI)  del malathion es de 0.03 mg/kg de peso corporal. Que el límite sea 10 veces inferior al glifosate indica que es 10 veces más tóxico (en términos generales). Resulta que en informe IARC se cita una limitada evidencia de inducción de linfomas en humanos tanto para el glifosato como para el malathion. Teniendo en cuenta que en un determinado producto agrario pueden encontrarse simultáneamente glifosato y malathion la dosis límite conjunta para la inducción de linfomas en humanos es de 0.3 + 0.03 = 0.33 mg/kg. Como para un determinado efecto (linfoma), los riesgo se suman porque no son autoexcluyentes, el ADI del glifosato podría ser 0.3 mg/kg siempre y cuando que no se detectara cantidad alguna de malathion. Y al revés, el ADI para el malathion debe ser de 0.03 mg/kg siempre que el glifosato no supere un ADI de 0.27 mg/kg.

Este último razonamiento pone sobre de manifiesto el objetivo principal de esta entrada: Los contaminantes alimentarios suponen un còctel de sustancias ajenas al organismo y debe ser considerado el riesgo conjunto para cada determinado efecto adverso. No son nuevos los estudos sobre os efectos conjuntos de determinados pesticidas. De hecho, la Agencia de Protección Medioambiental de los USA (US EPA, por sus siglas en inglés) ha sido pionera en este tipo de estuios, que se remontan a los años 70. No obstante, el interés por el llamado efecto cóctel no ha crecido en la misma proporción a la liberación al medio de nuevas sustancias químicas. La complejidad indiscutible del tema no debe ser un impedimento para este tipo de investigaciones; aunque me temo que no son nada bienvenidas por las grandes corporaciones químicas.

Representantes tanto de la estadounidense Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Agencia de Regulación Alimentaria Europea (JEFCA, por sus siglas en inglés) insisten en que los alimentos son seguros si se cumplen con los valores límite establecidos (los ADI antes mencionados), pero se encojen de hombros cuando se les pregunta por los efectos aditivos de algunos pesticidas (por ejemplo glifosato y malathion) o por el efecto combinado de todos ellos.

Digámoslo claramente. El riesgo no está en los contaminantes ni aditivos alimentarios considerados individualmente. El problema son las combinaciones entre ellos. Derrochar ríos de tinta para desacreditar algunas sustancias (el aspartamo, por poner un ejemplo) sólo sirve para desviar la atención del verdadero problema: el efecto cóctel.

Referencias:
Pesticide residues in food – 2004. Joint FAO/WHO Meeting on Pesticide Residues

European Commission Health & Consumers Directorate-General. Review report for the active substance malathion. 2010.